El cuerpo sabe, la cabeza se resiste
El trabajo artístico que Alba Galocha viene desarrollando desde hace años bebe de sus recuerdos y su memoria; desde unas primeras obras donde la alusión al contexto gallego natal estaba muy presente, la evolución de su creación ha pasado también por profundizar en sí misma y, consecuentemente, en su proceso de trabajo.
Las evocaciones de lo vivido se presentan ahora en esta exposición, “El cuerpo sabe, la cabeza se resiste”, con un título sugerente y enigmático a la vez, que nos hace pensar en esa dualidad entre lo físico y lo intelectual. Las figuras abstractas en hilo se despliegan por las telas en un ejercicio que tiene mucho de performance. Galocha abandona la tensión para dejarse llevar por la forma y por el cuerpo, por un reposo consciente que compone esto que ahora tenemos delante.
En los procesos creativos de los artistas suelen imponerse dos abordajes: por un lado, el investigativo y minucioso que precede a la materialización en la obra. Por otro, el intuitivo, basado en hacer y en hacer, en dejar que el proceso mismo vaya creando la forma y concrete aquello que impulsa al artista a trabajar. Alba Galocha está en este segundo grupo. Es su cuerpo, su estímulo y la propia ejecución quienes se encargan de formalizar lo que vemos. Hacer y hacer como un mantra, como un ejercicio consciente en el que la inspiración toma las riendas. Comprometida con su trabajo, Galocha investiga sin descanso hasta dar con un trabajo que refleje aquello que ella misma está experimentando y viviendo en su piel.
A partir de los ejercicios que utiliza en otros campos creativos (como la interpretación) Galocha traslada el parar y preguntar a su cuerpo cómo está (si siente dolor, alivio, tensión…) para trasladarlo a sus telas. Es un intento por poner a dialogar las energías entre lo mental y lo corporal, y hacer un balance entre ambas.
El cuerpo es el elemento principal de trabajo de esta artista desde sus inicios y esta serie es también un intento por reconciliarse con él. Las piezas en tejido, pero también las cerámicas, tienen mucho de físico, de reflejo de ella misma: “De alguna manera, tengo la sensación de que toda y cada una de las piezas de la exposición son autorretratos de mi cuerpo”. Alfileres que atraviesan tejidos, telas que se abren y muestran otras debajo, patrones abstractos que convergen en el centro de la composición, líneas que parecen cicatrices, hilos que caen… Hay un poco de Alba Galocha en cada una de las piezas, de conocerse a sí misma a través de lo que su cuerpo dice, y llevar esto a la tela en una formalización que apuesta por contrastes entre solidez y flexibilidad, entre dureza y suavidad. Las cerámicas y los tejidos se convierten en metáforas de una vulnerabilidad enfrentada, resiliente.
Esta exposición muestra cómo una artista es capaz de desplegar los medios, las técnicas y las formas a través de proceso; también de mostrar una calidad plástica y un compromiso creativo más allá de una misma. Al final, todos podemos sentir que esas heridas abiertas en las telas son las nuestras; y es que el cuerpo siempre sabe, aunque la cabeza se resista…
Semíramis González
Historiadora del arte
El trabajo artístico que Alba Galocha viene desarrollando desde hace años bebe de sus recuerdos y su memoria; desde unas primeras obras donde la alusión al contexto gallego natal estaba muy presente, la evolución de su creación ha pasado también por profundizar en sí misma y, consecuentemente, en su proceso de trabajo.
Las evocaciones de lo vivido se presentan ahora en esta exposición, “El cuerpo sabe, la cabeza se resiste”, con un título sugerente y enigmático a la vez, que nos hace pensar en esa dualidad entre lo físico y lo intelectual. Las figuras abstractas en hilo se despliegan por las telas en un ejercicio que tiene mucho de performance. Galocha abandona la tensión para dejarse llevar por la forma y por el cuerpo, por un reposo consciente que compone esto que ahora tenemos delante.
En los procesos creativos de los artistas suelen imponerse dos abordajes: por un lado, el investigativo y minucioso que precede a la materialización en la obra. Por otro, el intuitivo, basado en hacer y en hacer, en dejar que el proceso mismo vaya creando la forma y concrete aquello que impulsa al artista a trabajar. Alba Galocha está en este segundo grupo. Es su cuerpo, su estímulo y la propia ejecución quienes se encargan de formalizar lo que vemos. Hacer y hacer como un mantra, como un ejercicio consciente en el que la inspiración toma las riendas. Comprometida con su trabajo, Galocha investiga sin descanso hasta dar con un trabajo que refleje aquello que ella misma está experimentando y viviendo en su piel.
A partir de los ejercicios que utiliza en otros campos creativos (como la interpretación) Galocha traslada el parar y preguntar a su cuerpo cómo está (si siente dolor, alivio, tensión…) para trasladarlo a sus telas. Es un intento por poner a dialogar las energías entre lo mental y lo corporal, y hacer un balance entre ambas.
El cuerpo es el elemento principal de trabajo de esta artista desde sus inicios y esta serie es también un intento por reconciliarse con él. Las piezas en tejido, pero también las cerámicas, tienen mucho de físico, de reflejo de ella misma: “De alguna manera, tengo la sensación de que toda y cada una de las piezas de la exposición son autorretratos de mi cuerpo”. Alfileres que atraviesan tejidos, telas que se abren y muestran otras debajo, patrones abstractos que convergen en el centro de la composición, líneas que parecen cicatrices, hilos que caen… Hay un poco de Alba Galocha en cada una de las piezas, de conocerse a sí misma a través de lo que su cuerpo dice, y llevar esto a la tela en una formalización que apuesta por contrastes entre solidez y flexibilidad, entre dureza y suavidad. Las cerámicas y los tejidos se convierten en metáforas de una vulnerabilidad enfrentada, resiliente.
Esta exposición muestra cómo una artista es capaz de desplegar los medios, las técnicas y las formas a través de proceso; también de mostrar una calidad plástica y un compromiso creativo más allá de una misma. Al final, todos podemos sentir que esas heridas abiertas en las telas son las nuestras; y es que el cuerpo siempre sabe, aunque la cabeza se resista…
Semíramis González
Historiadora del arte