Hay un volcán encima de casa
Pablo y Alba, sin proponérselo, unieron sus historias personales a través de un proceso creativo, similar a una performance inacabada, que transcurre entre el verano de 2021 y la primavera de 2022. Nunca antes habían imaginado que la isla de Fuerteventura, principal escenario de la acción, sería el parteaguas de sus vidas, marcadas por el dolor de la ausencia una, y por la incertidumbre y los miedos otra; ambas experiencias dolorosas, pero finalmente fortalecedoras. Alba traduce la suya en sutilísimos bordados que dibujan la geografía emocional de la isla, y por momentos, ciertos pespuntes fijan a la tela fragmentos de las pruebas de laboratorio de las fotografías que Pablo hace de todo el proceso. Las fotografías de Pablo, vistas con detenimiento, no son el paisaje de Fuerteventura, no, sino la obsesiva documentación de su estado de ánimo y la purga de sus dolores. En este sentido de limpieza y purificación, los viajes catárticos a Fuerteventura son para ambos el inicio de otra performance también inacabada. El clímax del proceso ocurre cuando Alba modela en barro crudo una pequeña forma de vasija y la deja a su suerte en la orilla. Pablo sigue documentando el hecho y la forma se desvanece, foto tras foto, ola tras ola. De este hecho me ha escrito “hablamos de la inevitabilidad del cambio y de cómo lidiamos –o no- con el hecho de que un día dejaremos de ser niños”.
Hay un volcán encima de casa consta de un libro, 8 bordados, una proyección dual de fotografías, fragmentos de una conversación via WhatsApp y el resto evanescente de un trozo de barro.
Cristina Vives, comisaria, La Habana, agosto 2022.
Hay un volcán encima de casa, libro editado por Terranova y diseñado por Naranjo-Etxeberría.
Pablo y Alba, sin proponérselo, unieron sus historias personales a través de un proceso creativo, similar a una performance inacabada, que transcurre entre el verano de 2021 y la primavera de 2022. Nunca antes habían imaginado que la isla de Fuerteventura, principal escenario de la acción, sería el parteaguas de sus vidas, marcadas por el dolor de la ausencia una, y por la incertidumbre y los miedos otra; ambas experiencias dolorosas, pero finalmente fortalecedoras. Alba traduce la suya en sutilísimos bordados que dibujan la geografía emocional de la isla, y por momentos, ciertos pespuntes fijan a la tela fragmentos de las pruebas de laboratorio de las fotografías que Pablo hace de todo el proceso. Las fotografías de Pablo, vistas con detenimiento, no son el paisaje de Fuerteventura, no, sino la obsesiva documentación de su estado de ánimo y la purga de sus dolores. En este sentido de limpieza y purificación, los viajes catárticos a Fuerteventura son para ambos el inicio de otra performance también inacabada. El clímax del proceso ocurre cuando Alba modela en barro crudo una pequeña forma de vasija y la deja a su suerte en la orilla. Pablo sigue documentando el hecho y la forma se desvanece, foto tras foto, ola tras ola. De este hecho me ha escrito “hablamos de la inevitabilidad del cambio y de cómo lidiamos –o no- con el hecho de que un día dejaremos de ser niños”.
Hay un volcán encima de casa consta de un libro, 8 bordados, una proyección dual de fotografías, fragmentos de una conversación via WhatsApp y el resto evanescente de un trozo de barro.
Cristina Vives, comisaria, La Habana, agosto 2022.
Hay un volcán encima de casa, libro editado por Terranova y diseñado por Naranjo-Etxeberría.